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Ese si que es el amor de mi vida


Ana.

Ana es italiana. Ana es de Sicilia. Siciliana en Sicilia y española en España. Es la tía más inteligente y culta que te puedes echar a la cara. Puedes, tío, puedes hablar con ella de cualquier cosa. Sabe todo de todo...

Hablas con ella y flipas... Además está tremenda, despampanante. ¡Caminas a lado de Ana y los tíos te miran mal!. Ya te digo. Quedé con ella el domingo y no se cómo acabará la cosa porque hace tanto que no nos vemos...

Lo dejamos hace tiempo porque fui a Sicilia a verla y en Sicilia es siciliana. Toda su familia lo es y todos sus amigos. Carajo. Aquí se la presenté a todo cristo y todos estaban encandados con ella. Allí ella no me presentó a nadie porque soy un perro extranjero. No quieren saber nada de la gente de fuera. Qué sitio aquel, es un país aparte de Italia, yo no se italiano pero conozco a un siciliano a leguas... Además tienen un acentazo fortísimo y sabes que son de allí.

Me trae loco. Puf. No pienso en otra cosa desde que se que está de vuelta en Madrid. No hay día desde que dejamos de vernos en que no piense... puf...

Ana, tío, voy a ver a Ana el domingo y casi ni me lo creo. La otra que te conté no, tío, ANA ES EL AMOR DE MI VIDA.

Eso de viajar varias horas en coche, no se por qué, suelta la lengua a los tíos. Me pasaba lo mismo cuando iba a Salamanca. Lo malo es que cualquier día me dirán que cuente algo y diré que no tengo nada que contar.

Jaja.

Con el gusto que me daría saber... poder hablar como hablan ellos. Poder decir: Tal, tío... Tal... Tal es el amor de mi vida. Lo dejamos por chiquilladas de mal criada y no hay día que no teja en la mente un recuerdo suyo: Imaginaos, Sicilia, 1942, una joven a la que su familia no deja salir con desconocidos se cita a escondidas con un gañán como yo. Hasta entonces sólo hubo miradas fugaces y alguna que otra nota inocente...

Luego me dormiré, pensando que, mañana, será otro día y otro sueño. Quizá mañana sea el viernes quince de noviembre de dos mil dos. Quizá todo esto fue un sueño y, la vida, no se reirá más de mí. Quizá hice todo de otra manera y, en el próximo viaje a Madrid pueda, como hace H..., entornar los ojos recordando y pueda desmadejar el asunto de tú a tú. Quizá pueda decir, como dice él, que lo pasé fatal. Que no sirvió de nada todo aquello, sacar los peros y las riñas... Y al final sonreir, diciendo: No se cómo puede acabar el domingo, tío, porque voy a verla, es el amor de mi vida y tengo más ilusiones hechas que mis sobrinos con los reyes.