con la mirada triste y sin luz,
y tuve miedo de aquel espectro
que fue mi locura en mi juventud.
Se fue en silencio, sin un reproche,
busqué un espejo y me quise mirar;
había en mi frente tantos inviernos
que también ella tuvo piedad.
Mentira, mentira.
Mentira, mentira, yo quise decirle,
las horas que pasan ya no vuelven más,
y así mi cariño al tuyo enlazado
es como un fantasma del viejo pasado
que ya no se puede resucitar.