
Qué guapas son las canciones... Sobre todo esas con final feliz en las que siempre llega alguien y se paran, se detiene todo. Septiembre en la lluvia y abril en París. Como las películas, en el momento mejor en que todo es saber y nadie necesita nada más ni pensar en nada más. Qué suerte tiene aquel que está en ese momento y se para... Aquel que tiene presente y nada en que pensar ni preocuparse ni decirse con quién ni qué ni por qué... Porque esa, es otra historia.