
Llevo unos días intentando sacarle partido a la narizota esa que se gasta y no hay forma de hacerla quedar mal. Supongo que no seré el único a quien le parezca que la hace aun más guapa. Porque resulta que se le hace pequeña ante sus ojos y ese otro desvio hacia adelante de la cara y la extraña forma de los labios la hacen aun más bella si cabe. La forma en que se le estiran los labios y esa curva de la comisura al sonreir o el medio guiño de sus ojos... Son de esas gilipolleces, como una arruga en la nariz, que un hombre se puede pasar años sin cansar de mirar, de ver, de querer ver, de esperar poder ver, de imaginar poder esperar a ver, de soñar imaginar tener la remota posibilidad de llegar a notar qué siente al esperar a verla otra vez... Y otra vez...