Web Analytics

Y no estabas tú

No estabamos todos, sólo dos, sólo cerveza. Iba cayendo la noche. Pasé delante de un bar que ponía en letras tirando a gaélicas y en mejor inglés que mi castellano: Tú, yo la luz de la luna y algo de beber. Me dije, siempre me digo, te digo para mí: Por qué no somos nosotros los del cartel. Fui a casa, ya mareado, ya disgustado. Siempre pasa el tiempo y, cuando deja de pasar, siempre vuelve a notarse y eso no me gusta, eso me pone triste y me enfado. Fastidiado mirando la calle, llovía y no estabas tú. No estabas, no estás, ya no hablo con nadie porque no hay nadie con quién hablar.

Volví y puse la película. En Sombrero de Copa el mundo es perfecto como debe de ser. Para dormir hay un ruido blanco que se hace bailando sobre arena en el suelo. Y para bailar siempre estas tú y yo se bailar, quiero bailar y bailo. Y si a ella no le importa y a mi no me importa a quién le importa. Vuelan las plumas, nunca se arruga un traje, nadie come y todos beben sorbitos de estiradas copas en blancos restaurantes con una escalera muy amplia, larga y enroscada como la cola de uno de esos gatos-mopa. Se acabó la película y no estabas tú.

Fastidiado, hastiado por el mundo en el que nunca apareces, me dormí. Soñé, tuve una pesadilla muy rara en la que casi todo el mundo era de trapo. Las mujeres eran muñequitas y teníamos que tratarlas como a perrinos recién nacidos. Las levantábamos del suelo y las metíamos en casa para darles de comer. Se iban felices unas con otras. Me desperté, mareado, cansado, hecho polvo. De vuelta a un mundo real en el que no estabas tú y salí de un sueño en el que no acababas de aparecer.

Cansado, olvidado, odiando el mundo, la vida. Me llegó la muerte, morí. Oscuridad aquí. No hay luz ni sombra, no distingo presente ni pasado. No veo, no puedo ver ni andar ni recordar ni sentir y lo que más me fastidia no es que no haya nada más, es que no estás tú.