Plego a vuesa merced que, de no llevarseme de día, tenga a bien no despertarme que, ensoñando, nunca la veré.
Venid pues a esas horas en que vea por el alma mía y no por aquestos mis oyos que conn sorpresa me sea mejor trago que cocinado con tiempo.
Sea esta y si no vuestra voluntad.
A vuestros pies. Srvdr.