Últimamente me dicen que tengo mala cara. Fuerzo la sonrisa de siempre, supongo que quedará falsa, y digo que lo de feo no se me quita a lo más que llego es a reirme mucho.
Hay un punto en el que siempre estoy y es perfectamente.
Todo tiene su explicación. Nunca una mueca de disgusto, nunca una imperfección en la frente que pueda llevar a pensar que estas mal cojo, o que, siquiera, te vas a quejar.
Es dificil. Es muy dificil. Teniendo una mente como la mía, un alma culpable que se castiga hasta cuando la riña es al gato del vecino. Culpable hasta por esa mosca que muere en la telaraña bajo la farola del portal. Si la hubiera limpiado, piensa uno.... Qué mal.
Así vivo, pero vivo al límite, perfecto siempre. Siempre pulcro cuanto más cuando hay gente en el mundo, lamentable condición.
La perfección existe y la demostramos andando. Cuando alguien te mira, cuando alguien te ve, cualquiera que sea, tienes que estar, ser, perfecto. Cuando alguien te pregunta, estas estupendamente bien, perfectamente equilibrado en cuanto a humores, a salud. La vida por delante y un pasado en el que nunca hubo arrepentimientos ni formas de perder tiempo. Todo talante, todo talento, todo honor, gloria y barbilla alta. Hoyuelos en las mejillas, hoyuelo en la barbilla y si te ven ojeras es por la juerga del fin de semana o el doblete de ayer.
Si la camisa está arrugada, a saber quién te la habrá arrugado y por qué no pudiste cambiártela... Perfecto. Siempre perfecto.
¿Por qué?
Porque no es ojo porque te vea, es ojo porque te mira. Sí, lo digo al revés. La gente te mira sin verte y siempre que alguien pregunta cómo estás oculta un hasta dónde te llega la mierda. Y tú, siempre perfecto.
En el caso de que alguien, quizá un pariente que viva bajo tu techo, del resto no me lo creo... Quizá un amigo, si amigos hubiera... Alguien raro en el mundo que se alegre de verte perfecto, ese es quien se merece verte perfecto y tienes que ser, estar, perfecto para él.
Por el resto, tienes que estar deslumbrante.