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Tonto de calle

Y eso en el puto centro, jajaja. Vengo de leer el periódico, cosa que enfada, con una pinta de Carling, cosa que cuadra el mundo dejando cada asunto en su sitio.

Vengo al piso, como decía, y en el instituto de aquí al lado, en el que hay clases hasta bien dada la noche, había un señor borracho gritando a dos guardias. Estos estaban allí diciendole algo en tono comedido. No, gritaba él, no tengo por qué. Y patatín patatán. Los chavales allí de risas y la gente ya apelotonada en la calle. Sonaba de fondo una sirena y al poco llegó cerca otro coche patrulla.

Dos policías más y el hombre aquel empezó a vaciar los bolsillos. Yo no soy de esos, al menos cuando voy solo no lo soy, de apestar la calle con la morbosa curiosidad del lagarto que todos llevamos dentro, así que vi la escena mientras echaba cuesta arriba para llegar al portal. Habrá dormido al raso o se lo llevarán a su casa. Qué se yo.

El otro día, en la incorporación pasado Oviedo para tomar la autovía a Santander, entré por debajo de la velocidad recomendada y aun con esas tuve que pegar un frenazo. Hay un sólo carril y termina en el derecho de la autovía, otro carril se incorpora por la izquierda y van en línea contínua unas decenas de metros hasta que, al fin, puedes adelantar. Mi carril estaba estúpido. Iba a poner tupido, pero estaba estúpido completamente. Yo no lo sabía. Pensaba que como era fiesta y todo eso, que habría mucho tráfico pero nada más lejos. No, no.

A la derecha, al sur, cien metrajos de nada, hay ooootra autovía (o autopista que no las distinguiré nunca). que va a no se donde y por la que se puede salir a los centros comerciales.

Mi carril tupido. Eché el coche algo a la izquierda aún en línea contínua para ver si alcanzaba a ver qué pasaba más adelante. Mi carril era el tonto, el lento, el torpe. Más adelante nada. Al terminarse la contínua, entré en el carril de la izquierda y fuego a la cuarta hasta poner el coche bien descansado en sexta.

Me di cuenta de que el tapón era finito. Que más allá, como en la vida, no había nada. Pero había fulgores azules o verdes parpadeando en las nubes bajas que empapaban mi parabrisas. Allá en la autopista o autovía (Dios confunda al que las llamó distinto) había un camión, un coche de policía y no pude ver más porque es un camino largo, tenía buena música en mis podcasts y sabía que estaba en el carril de los listos.

Pasada la tontería, intermitente y a la derecha. No vaya a ser que luego alguno tenga prisa y me lleve por delante. Volví al carril de los necios que es de buena educación no compararse con los demás. Volví, como el agua al mar, por pura inercia.