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Llegando a casa y vigilando la espalda

Aquí, tomar birras y hablar de política con los colegas es jugarse la puta vida. A eso llegamos.

Hablábamos de que si nacionalismos que si no y de toda la puta ignorancia que mueve el mundo. Nos miraban mal. Mas a mi, claro, que soy el de qcentto extranjero.

Ocurrió que despedí a mi colega y eché a andar a casa y cuatro individuos de aquellos vinieron a mi rastro. Entreoí esas cosas de que si hijo de puta y sus risitas. Cosas que pasan.

Donde pude, detrás de un edificio (ikea) que hace un chaflán redondeado y, después, tiene un túnel al patio de luces con otro del lado que acababa de pasar, di esquinazo al grupito y les salí por detrás.

Asomé a la esquina redonda y estaban parafos en el túnel decidiendo, supongo, si me había ido por allí.

Al final corrieron hacia la calle donde está correos, Bilbao Libano, se llama.

Así que fui, despacio y mirando a espaldas y todos lados con tiento como si pisar huevos fuese el oficio y hasta esperé en el portal cinco minutos por seguir andando y perderles, quizá rn el barrio de san juan, en caso de venir.

Nadie vino. Ver, veremos.