Me llamó un colega el otro día, diez segundos de llamada, porque me da pánico el aparatejo este de móvil… Lo de hablar en público me revuelve las tripas y por teléfono ás porque como nadie me pilla los chistes y encima no están escuchanding al interfecto, pues quedo mal fijo. Además siempre me parece que estoy hablando demasiado alto.
Temblaba yo, creyendo que iba a tener que decirlo, carajo, ¡iba a entrar en un tunel! Al final fue algo como oye que mejor te espero en… Hasta luego… Colgar… ¡Pfiu!... Entramos en el tunel.
Uno viaja en buses, trenes y a pedal. Hace pocas semanas tuve que soportar una conversación o, monólogo más bien, en el que se escuchaban por todo el bus las cerdadas de una guarrilla con varios muy amiguitos suyos y entre las frases esas de “¿pero ese que cree?... Sí luego ‘estuve’ con él, ¿pero qué?” y demás flores que uno no se puede perder para no quedarse atrás en este mundo de mierda… Salían los enunciados de hechos sin los que el otro interlocutor no podría vivir y que son tan manidos que hasta podríamos clasificarlos y ordenarlos por frecuencias como el “¿dónde estás?” que es la respuesta lógica al saludo telefónico sin hilos…
Al final, llegando a la última parada la conversación de media hora terminó con un “¡eh!, ya te veo… Cuelgo…”. Porque sí, esperó toda la semana para contarle aquellos polvos y se pagó el viaje en ALSA para ir a Oviedo a ver a su coleguilla mas la media hora de llamada, barata seguro, cuando iba a verla al segundo de bajarse…
Pero a lo que vamos, frases:
- ¿Donde estás? (estáis)
- Acabo de… Estoy en… Saliendo de… (Acabamos…)
- Escucha un momento…
- Esto que te digo…
- ¿Y… qué te dijo?
- Estoy con…
- Igual se corta, vamos a pasar un túnel
- Estábamos en un túnel
- Es verdad que se corta cuando pasas por un túnel
- Túnel túnel túnel spam
Con esas siete frases se pueden rellenar la mayor parte de conversaciones de teléfono móvil, no habo mucho, las he ido obteniending de forma empírica mientras observaba a la gente.