El mundo, a quien Dios confunda, está averiado. Sólo hace falta ir donde siempre a la misma hora y no estar con quien estaba. No hay nada que hacer, no hay solución.
Enfadado, resentido, volví a escribirte, léelo. Te llamaría pero ya sabes que no conozco tu número.
Como quien espera la lotería, que haya salú.